Es
esta la primera vez que las fuerzas de Chávez pierden una elección
(anteriormente una propuesta de reforma constitucional había sido
derrotada). ¿Por qué sucedió esto? ¿Qué pasará ahora?
Atrevámonos juntos a iniciar algunos análisis preliminares.
La
voz del pueblo es la voz de Dios
Lo
primero es lo primero. Y lo primero es reconocer que el pueblo
venezolano habló de manera clara y lo hizo privilegiando a los
candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupa a los
partidos de la derecha venezolana.
Ni
en Venezuela ni en ningún otro lado, los votos no van acompañados
de esquelas, así que no podemos sino suponer qué fue lo que
quisieron decir las y los electores. Sin embargo, los números nos
dan algunas pistas.
Sufragó
el 74,25% del total de 19.496.296 ciudadanas y ciudadanos inscritos
en el Registro Electoral Permanente, lo cual constituye un récord de
participación en una elección de este tipo.
Esto
convalida las tesis de que las venezolanas y venezolanos ratifican la
vía democrática como la más indicada para dirimir sus diferencias,
dando por tierra con los sectores más radicales del fascismo que
empujaban la necesidad de torcer el camino institucional y
propugnaban por una salida violenta del gobierno de Nicolás Maduro
legítimamente electo el pasado 11 de abril de 2013.
María
Alejandra Díaz, abogada, comunicadora y opinión pública, realizó
un análisis de las cifras de votos este miércoles en el programa
“El Desayuno”, que transmite el canal estatal Venezolana de
Televisión (VTV).
Díaz
destacó que el 6 de diciembre la derecha agrupada en la MUD cosechó
7:720.501 votos (53,33% del total); es decir que creció 4,84 %
(396.621 votos) en estas elecciones, ya que en las elecciones
presidenciales de abril de 2013 logró 7:363.980 votos.
Por
su parte, las fuerzas de izquierda y progresistas aunadas en el Gran
Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB) sacaron 7:587.579 votos en
el año 2013 en respaldo al presidente Nicolás Maduro, mientras que
en esta ocasión obtuvo 5:608.950 votos (38,74% del total de
sufragios).
Esto
indicaría que si bien la MUD obtuvo un incremento en sus votantes de
algo menos del 5%, el resultado de estas elecciones parlamentarias se
explica más por una importante abstención de una parte importante
del electorado chavista, que se reflejó en 1:978.629 votantes menos,
lo cual significó una caída de la votación cercana al 26,07%.
Para
hacerlo más fácil, mientras la MUD consolidó su espacio y obtuvo
un incremento de un votante cada veinte en relación a 2013, el GPPSB
perdió uno de cada cuatro votantes, que sin embargo no trasladaron
sus votos de manera significativa a la oposición.
Los
votantes chavistas le dijeron no a algunas cosas que analizaremos más
adelante. Vamos por partes.
Se
consolida la democracia
Hoy
ya nadie discute la legitimidad del sistema electoral venezolano, ni
son puestas en duda las garantías a los electores, ni se debate la
posibilidad de realizar un fraude.
Al
mismo tiempo, nadie pone en cuestión los mecanismos de asignación
de bancas, ni la distribución de los circuitos, ni las garantías
que otorga el sistema a las fuerzas minoritarias, ni ninguna otra
cosa.
Aparte
de los cuentos de caminos publicados por algunos medios franquistas
en el Reino de España, o las dudas sembradas desde algún organismo
del hemisferio occidental, el mundo entero ratifica que las
elecciones venezolanas fueron absolutamente legítimas.
Los
augures de la violencia y el caos, los que aseguraban que el
presidente Nicolás Maduro desoiría la voz del pueblo y daría un
golpe de Estado, los que pronosticaban la mayor de las crisis, se
quedaron “con los crespos hechos” (con los ruleros puestos).
El
presidente Nicolás Maduro, acompañado de su tren ministerial,
inmediatamente del anuncio de los resultados preliminares realizado
por la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena,
reconoció los mismos y convocó al diálogo con los legisladores
electos.
Lo
mismo hizo al día siguiente el Comando de Campaña del GPPSB, que
reconoció el resultado y felicitó al pueblo venezolano por su
masiva asistencia a estos comicios parlamentarios.
Queda
en el terreno de las especulaciones imaginar qué hubiera pasado si
el resultado hubiera sido inverso.
O
sea, a la luz de lo ocurrido en eventos electorales anteriores,
¿habría reconocido la oposición venezolana agrupada en la MUD un
resultado adverso?
¿Será
que las elecciones solamente son buenas cuando nos favorecen y malas
cuando nos son adversas?
¿Habrían
reconocido esos resultados la OEA y el Parlamento Europeo, por poner
un ejemplo?
Permítasenos
dudar.
Sin
embargo, permítasenos así mismo ratificar que en Venezuela venció
la paz, la libertad y la democracia, la soberanía y la
independencia, pese a todos los intentos realizados a lo largo de
estos años por la derecha criolla y las fuerzas imperiales por
socavar la credibilidad en las instituciones del Estado venezolano.
La
nueva Asamblea Nacional
El
nuevo Poder Legislativo venezolano que asumirá el próximo 5 de
enero tiene sus atribuciones establecidas en el artículo 187 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Estas son:
1.
Legislar en las materias de la competencia nacional y sobre el
funcionamiento de las distintas ramas del Poder Nacional.
2.
Proponer enmiendas y reformas a esta Constitución, en los términos
establecidos en ésta.
3.
Ejercer funciones de control sobre el Gobierno y la Administración
Pública Nacional, en los términos consagrados en esta Constitución
y en la ley. Los elementos comprobatorios obtenidos en el ejercicio
de esta función, tendrán valor probatorio, en las condiciones que
la ley establezca.
4.
Organizar y promover la participación ciudadana en los asuntos de su
competencia.
5.
Decretar amnistías.
6.
Discutir y aprobar el presupuesto nacional y todo proyecto de ley
concerniente al régimen tributario y al crédito público.
7.
Autorizar los créditos adicionales al presupuesto.
8.
Aprobar las líneas generales del plan de desarrollo económico y
social de la Nación, que serán presentadas por el Ejecutivo
Nacional en el transcurso del tercer trimestre del primer año de
cada período constitucional.
9.
Autorizar al Ejecutivo Nacional para celebrar contratos de interés
nacional, en los casos establecidos en la ley. Autorizar los
contratos de interés público municipal, estadal o nacional con
Estados o entidades oficiales extranjeros o con sociedades no
domiciliadas en Venezuela.
10.
Dar voto de censura al Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta
Ejecutiva y a los Ministros o Ministras. La moción de censura sólo
podrá ser discutida dos días después de presentada a la Asamblea,
la cual podrá decidir, por las tres quintas partes de los diputados
o diputadas, que el voto de censura implica la destitución del
Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva o del Ministro o
Ministra.
11.
Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior
o extranjeras en el país.
12.
Autorizar al Ejecutivo Nacional para enajenar bienes inmuebles del
dominio privado de la Nación, con las excepciones que establezca la
ley.
13.
Autorizar a los funcionarios públicos o funcionarias públicas para
aceptar cargos, honores o recompensas de gobiernos extranjeros.
14.
Autorizar el nombramiento del Procurador o Procuradora General de la
República y de los Jefes o Jefas de Misiones Diplomáticas
Permanentes.
15.
Acordar los honores del Panteón Nacional a venezolanos y venezolanas
ilustres, que hayan prestado servicios eminentes a la República,
después de transcurridos veinticinco años de su fallecimiento. Esta
decisión podrá tomarse por recomendación del Presidente o
Presidenta de la República, de las dos terceras partes de los
Gobernadores o Gobernadoras de Estado o de los rectores o rectoras de
las Universidades Nacionales en pleno.
16.
Velar por los intereses y autonomía de los Estados.
17.
Autorizar la salida del Presidente o Presidenta de la República del
territorio nacional cuando su ausencia se prolongue por un lapso
superior a cinco días consecutivos.
18.
Aprobar por ley los tratados o convenios internacionales que celebre
el Ejecutivo Nacional, salvo las excepciones consagradas en esta
Constitución.
19.
Dictar su reglamento y aplicar las sanciones que en él se
establezcan.
20.
Calificar a sus integrantes y conocer de su renuncia. La separación
temporal de un diputado o diputada sólo podrá acordarse por el voto
de las dos terceras partes de los diputados y las diputadas
presentes.
21.
Organizar su servicio de seguridad interna.
22.
Acordar y ejecutar su presupuesto de gastos, tomando en cuenta las
limitaciones financieras del país.
23.
Ejecutar las resoluciones concernientes a su funcionamiento y
organización administrativa.
24.
Todo lo demás que le señalen esta Constitución y la ley.
En
tanto la MUD obtuvo mayoría calificada de ⅔ partes de los
integrantes de la Asamblea Nacional, podrá designar y/o destituir a
las y los magristrados del Tribunal Supremo de Justicia, a el o la
Fiscal General de la República, así como al Defensor o Defensora
del Pueblo.
Del
mismo modo, puede con esa mayoría calificada destituir diputadas o
diputados electos, así como censurar al Vicepresidente y a los
ministros y ministras.
Adicionalmente,
puede aprobar iniciativas de reforma constitucional, de referendos
aprobatorios, abrogatorios y revocatorios del mandato presidencial,
las cuales deberán ser sometidas a la consideración popular.
En
definitiva, ciertamente es mucho el poder obtenido por la MUD. La
estabilidad de la República Bolivariana de Venezuela depende en
mucho de cuán madura sea este agrupamiento político, que hasta
ahora ha jugado -y mucho- en contra de esa misma estabilidad.
¿Por
qué perdió el chavismo?
Este
tema entrará en el debate de todas las fuerzas que componen el
GPPSB, así como de toda la sociedad venezolana y de miles y millones
de personas a lo largo y ancho del planeta entero, incluyendo
magníficos analistas de todas las escuelas de formación y diversos
signos ideológicos.
No
pretendemos en esta humilde nota revelar ninguna verdad, sino aportar
algunas líneas que permitan comprender cómo fue derrotada esta
fuerza que gobierna Venezuela desde hace 16 años y que hace apenas
dos años obtenía el 75% de las alcaldías y más de un millón y
medio de votos de ventaja en relación a los opositores.
Lo
primero a considerar, como señaló el presidente Nicolás Maduro en
su alocución de la madrugada del 7 de diciembre, es que ganó la
guerra económica.
El
pueblo venezolano manifestó su disconformidad con esta situación en
la cual los productos de primera necesidad escasean o se compran a
precios exorbitantes.
Ni
la gente ni la economía en general pueden ya sostener esta
situación.
El
reclamo para tomar las medidas que corrigieran esto era muy fuerte y
la demora en tomarlas o la falta de contundencia de las que sí se
adoptaron, contribuyó a que la gente optara por otras opciones a la
hora de elegir.
Lo
segundo que visualizamos es un importante cuestionamiento al
funcionamiento y la actitud de varios organismos del Estado sensibles
para la población, así como de sus autoridades y mandos medios.
La
corrupción y el burocratismo en diversas instituciones ha permeado
en diversas esferas del Gobierno y es este uno de los motivos por los
cuales el Presidente venezolano solicitó su cargo a todo el tren
ministerial el pasado miércoles 9 de diciembre.
En
tercer orden, la impresionante campaña nacional e internacional en
contra de Venezuela, de su Gobierno y de la Revolución Bolivariana
no pudo ser contrarrestada. Desde el decreto norteamericano que este
año declaró al país como una amenaza para los Estados Unidos,
hasta la supuesta vinculación de la diputada electa Cilia Flores con
el narcotráfico.
Todo
ha servido para atacar a Venezuela, ex presidentes defenestrados y
rechazados por sus respectivos pueblos, hasta la vocería de
burócratas internacionales que asumen posiciones beligerantes en
contra del proceso de transformaciones que desarrolla nuestro país y
cualquier otro que los pueblos del continente asomen.
En
cuarto lugar, los candidatos del GPPSB sufrieron una suerte de
desconexión con sus electores en el discurso de campaña, que estuvo
a la defensiva de los ataques mencionados más arriba y no incluyó
otras propuestas que la de acompañar la gestión de gobierno del
Poder Ejecutivo.
Se
cometió el error de subestimar y no discutir la agenda legislativa
de fuerte tono neoliberal que presentó la oposición y que incluye
la privatización de servicios, desregulación del mercado de
alquileres, así como la desregulación del empleo y la seguridad
social, entre otras.
¿Qué
hacer ahora?
En
primer lugar toca revisar meticulosamente la gestión y reflexionar
en lo hecho y en lo que está por hacer.
Pero
no se puede creer que este revés es producto solamente de errores en
la gestión, es fundamentalmente un tema político y de contradicción
entre posturas políticas enfrentadas.
No
se trata de si hemos hecho bien o mal las cosas, sino de qué estamos
haciendo para construir una nueva sociedad y de si esto es lo
deseado, lo necesario y lo suficiente en ese sentido.
En
segundo lugar, iniciar una crítica y autocrítica despiadada, pero
constructiva y eficiente. No para desplazar el horizonte hacia el
propio ombligo, sino para elevar la mira de las fuerzas
revolucionarias y retomar la iniciativa.
En
este sentido, es de destacar la convocatoria para este mismo fin de
semana de las máximas instancias de discusión y debate de los
principales partidos que componen el GPPSB y de este agrupamiento en
su conjunto.
Tanto
el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como el Partido
Comunista de Venezuela (PCV) iniciarán un análisis del resultado
electoral y del camino a seguir a partir de ahora, así como lo harán
otros movimientos y organizaciones que componen el conglomerado.
En
tercer lugar, escuchar a la gente.
A
través de diversas asambleas populares autoconvocadas, de las redes
sociales, de artículos de prensa, de foros de debate y otras vías,
se realizan ahora mismo en todo el país intensos debates sobre el
futuro de la Patria.
En
cuarto lugar, ser audaces.
Con
la Constitución en la mano y con el Plan de la Patria como guía,
las fuerzas que componen el GPPSB y el Gobierno Bolivariano deben
retomar la iniciativa apoyándose en el sujeto social que contribuyó
a visibilizar y expresarse.
Nuestra
gente no está rechazando el proyecto del comandante Chávez, sino
que está exigiendo que efectivamente sea llevado a cabo.
Toca
cumplir con su demanda o corremos el riesgo de ser barridos por la
historia y que se pierda el legado de Chávez.
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